SEMILLERO DE INVESTIGACION

SEMILLEROS DE INVESTIGACION

 

Monografía creado por Ulises Hernández Pino. Extraído de: http://revista.iered.org/v1n2/html/uhernandez.html

05 Noviembre 2006

 

1 - CONTEXTO En Colombia, diversas iniciativas académicas y gubernamentales vienen insistiendo en la necesidad de fortalecer la producción científica y tecnológica del país en busca de condiciones que aseguren la consolidación de una sociedad, que basada en el conocimiento, enfrente con mayor decisión el desarrollo social y económico de nuestro país. Sin embargo, muchas de estas iniciativas se enfrentan a grandes dificultades: de un lado existe, en algunos ámbitos académicos, una cultura de la investigación elitista, excluyente y burocrática que dificulta la democratización del conocimiento y de las practicas investigativas, y el acceso a recursos para la investigación; de otro lado, los espacios formalmente establecidos para la formación en investigación, como es el caso de las maestrías, deben enfrentarse a restricciones de tiempo y recursos que limitan significativamente el desarrollo de este propósito. En estas condiciones, surge el movimiento de Semilleros de Investigación en Colombia, con el propósito de propiciar espacios de formación en investigación dentro de una nueva concepción de comunidad y cultura académica, especialmente en pregrado y colegios en donde existen mejores condiciones de tiempo y disposición para la investigación. Este artículo pretende mostrar una forma de concebir los Semilleros de Investigación, dentro de este movimiento, en la cual sea posible materializar de forma integral los conceptos de flexibilidad curricular, procesos educativos centrados en el aprendizaje y construcción social del conocimiento científico, desde la expectativa de dinamizar un semillero de investigación en el área de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.

La investigación es un concepto que se ha generalizado tomado diversidad de matices según el ámbito en el que se mencione. Para algunos, la investigación es esa labor que realizan las personas con una desmedida inteligencia en centros y laboratorios especiales, generalmente asociados a la química, la biología, la física, la ingeniería o alguna otra disciplina de las ciencias naturales y exactas; para otros, investigar es esa labor diaria, rutinaria y aburrida de buscar la tarea en libros, revistas o Internet para alguna materia o asignatura; mientras que para otros investigar es adentrarse en una tecnología, aparato o procedimiento y darle alguna aplicación concreta de acuerdo a unos requerimientos.

 

Estas y otras acepciones de la investigación son producto de las representaciones mentales que las personas construimos de los conceptos, cuando interiorizamos las lecturas que hacemos de otras personas, de textos o de la realidad circundante, y que en nuestro caso puede deberse a los mitos culturales de nuestro medio y a los espacios de estudio o trabajo en donde nos movemos.

 

Reflexionando sobre estas interpretaciones, y en la búsqueda del sentido que debe tener la investigación en nuestro país, algunos sectores han llegado a la conclusión de que es necesario desmitificarla, contextualizarla y promoverla en todos los niveles educativos, ya que solo de esta forma será posible volver a tener conciencia, esta vez desde una postura científico-occidental, de la importante relación entre la persona, la sociedad y la naturaleza.

 

A pesar de esta diversidad de interpretaciones en constante evolución, la inercia de una cultura académica tradicional, arraigada aún en muchos centros e instituciones de educación, sigue siendo caracterizada, aunque no de forma exhaustiva, por colocar el estatus de investigador sólo a aquellas personas con reconocido renombre y trayectoria; por correr la frontera del conocimiento en campos de interés mundial; y por competir por el reconocimiento individual a costa del trabajo de otros. En contraposición a esta visión es que surgen los Semilleros de Investigación como un movimiento universitario, fundamentalmente estudiantil, que busca la formación en investigación en el marco de una cultura académica con valores y principios distintos a los tradicionales.

 

Aunque el origen de los Semilleros de Investigación en Colombia es atribuible al interés de algunos Investigadores que promovieron el repensar de la labor investigativa a través de aquellas primeras personas que se beneficiaron con el programa de Jóvenes Investigadores en la Universidad de Antioquia y, casi de manera simultánea, en la Universidad de Caldas; el desarrollo y evolución que este movimiento ha tenido no se puede limitar sólo a este origen, y más bien hay que considerar que estos Semilleros de Investigación posibilitaron una forma diferente de entender y asumir el espíritu científico, impregnado con un poco del idealismo y la irreverencia característica de aquellos Jóvenes que se iniciaban en esta labor. (Castañeda y otros, 2001, 44-54)

 

Pertenecer a un Semillero de Investigación implica un compromiso personal por una formación integral e interdisciplinaria, que le permita adquirir como habito de la cotidianidad, la formulación de preguntas inteligentes a los problemas de nuestra localidad y de nuestra región, y la movilización de acciones tendientes a abordar dichos problemas desde una postura científica. La razón por la que se privilegia la pregunta a la acción, se debe a la observación de un sinnúmero de proyectos que se autodenominan de investigación, sin ni siquiera tener clara la pregunta que moviliza su accionar, el contexto de dicha pregunta y la conciencia del impacto social, cultural y económico que pueden tener sus resultados.

 

Pero desde otra perspectiva, es necesario considerar que en el sistema educativo formal, los espacios oficiales destinados para la formación en investigación han sido las Maestrías, sin embargo una serie de factores han acumulado dificultades significativas para que este propósito no se desarrolle adecuadamente en algunas de ellas. De un lado están las condiciones socio-económicas del país, ya que por lo general el costo de estos estudios y el de sostenimiento obligan a combinar los estudios con trabajo, a veces desligados, con lo cual el tiempo y las condiciones necesarias para apropiar conceptos y desarrollar habilidades en Investigación se limitan considerablemente. De otro lado, algunas maestrías han simplificado su concepción curricular al cumplimiento de unos seminarios, que más bien deberían llamarse cátedras, y a la obligada participación de los estudiantes en un proyecto de investigación, en ocasiones ya formulado y distante del interés propio, que hacen de estas Maestría otro pregrado que se debe cursar y aprobar para obtener un título.

 

A estas situaciones que, sin ser exhaustivas ni generales, alejan el propósito que sustentan a las maestrías, se suma la predisposición de las personas hacia procesos de enseñanza y aprendizaje, más que hacia procesos de autoformación que son los que más alimentan el espíritu científico. Tal vez, esto se deba a la cultura académica predominante en el sistema educativo del país, lo que dificultad la apropiación de una actitud y de unas habilidades investigativas que rescaten el propio esfuerzo por conocer, y que difícilmente se pueden cambiar, si dicha actitud no se cultiva desde los primeros años de vida.

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